miércoles, 6 de marzo de 2013

METÁFORA: MONTORO Y EL ESCARABAJO PELOTERO


Montoro sigue disparando a todo cuanto ve. Lo mismo le da que sea un jabalí, que un jilguero que una cometa. Él apunta y … ¡zas!
Empezó con los actores, sigue con los diputados, con los partidos, con la prensa. Cualquiera que se meta con él, sale re botado o algo así. Es una manera como otra cualquiera de intimidar al personal con el fin de que o se mecen en la misma cuna que él o los tira por la ventana. Así pues, no me extraña que medio país esté en su contra por esas frases que solo él debe considerar esclarecedoras y tan atinadas; y el otro medio por lo que no hace, es decir por permitir que los grandes defraudadores de verdad al fisco sigan campando a sus anchas mientras él les ofrece una amnistía o mira para otro lado porque son de su mismo palo.
Hay algo de verdad tal vez en lo que dice, en algunas cosas, pero lo que no puede es tirar la piedra y esconder la mano. Un ciudadano corriente, aunque reconociendo que se equivoca, puede acabar generalizando y echando exabruptos sobre una profesión, como por ejemplo cuando hablamos de la corrupción de los políticos, del robo de los bancos, de las condiciones draconianas tanto a nivel social como económico de los empresarios; pero un político tiene que ser responsable al máximo, medir sus palabras, por algo es quien es y no puede lanzar soflamas incendiarias contra aquellos que no lo alaban o critican su labor.
Si quiere acusar a alguien, que lo haga con nombres y apellidos, pero que no deje caer como de resbalón generalidades a cuenta de su ineptitud.
Decía antes que en algunas cosas tal vez tuviese razón. Pero la culpa de esa opacidad es suya, de él y de todos cuantos como él nos dirigen desde hace tantos años.
Pero sí, no estaría mal que los partidos políticos y sus fundaciones hubiesen tenido sus cuentas claras desde el mismo momento de su creación y a la vista de todos los ciudadanos: cuánto reciben del estado, cuánto de las cuotas de sus afiliados, cuánto de donaciones con nombres y apellidos también, qué créditos tienen con los bancos, cuándo los pagan o se los condonan, cuánto gastan en sueldos, cuánto en propaganda, cuánto en las elecciones, etc, etc.
Y los mismo los cargos públicos, todos, desde el último concejal hasta el rey, con sus declaraciones a Hacienda. Fíjense si no en los olvidos de la presidenta de Castilla-La Mancha o del presidente balear, entre otros; del dinero que cobran por ejercer un cargo público teniendo una parte de ese sueldo como meta engrosar las cuentas de los partidos, como si no recibieran ya bastante de los presupuestos del Estado; y así más y más.
Otro tanto sucedería con las grandes empresas o con los bancos, pero haciéndolo de manera clara y entendible para los ciudadanos y no con un lenguaje que, aunque sea castellano, no es capaz de comprender nadie más que ellos.
Sr. Montoro, si usted sabe con certeza absoluta que alguien defrauda a Hacienda, dígalo o tome las medidas oportunas para subsanarlo, pero no siembre sospechas de forma alevosa.
Hacerlo como usted lo hace es una especie de metáfora de lo que hacen los escarabajos escopeteros para defenderse en cuanto los molestan.
Sean felices y pásenlo bien. Un saludo.

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