¿Con qué podría sorprenderos hoy? En este momento no lo sé
muy bien, aunque mi mente anda pergeñando desde hace casi una hora una serie de
ideas que pueden transformarse en algo suficientemente digno de estar formando
parte de este mi blog. O sea, que por malo que sea lo que va a continuación, no
va a desmerecer mucho de lo que ya está escrito en fechas anteriores.
Pues resulta que ayer, al atardecer, mientras retornaba a
casa después del paseo reglamentario en que me he metido desde hace un par de meses
aproximadamente, me encontré sentadas en un banco, por detrás de la calle de El
Bolao, de cara a la escombrera- basurero en que se han convertido desde hace
meses los solares del Palmeral, con tres mujeres de cierta edad charlando sobre
la importancia de la sopa de verduras en su dieta y cuáles habían de ser sus
ingredientes. No me importó mucho ni la sopa ni cómo era la mejor manera de
hacerla. A mí lo que me chocó fue que estuviesen sentadas tan tranquilas al lado
de una papelera repleta de tanta porquería que rebosaba hasta el punto de que a
su alrededor había todo tipo de bolsitas de plástico con contenidos de dudoso
gusto, como podría ser la mierda recogida de perritos de compañía, por ejemplo.
Era físicamente imposible que la dichosa papelera pudiese contener algo más de lo
llena que estaba. Yo, que pasaba por allí casi todos los días de camino hacia el
Paseo del Río, sabía que había momentos en que lo mejor era pasar sin tan siquiera
respirar para evitar el tufo que desprendía. Y no era la única, había otras dos
más en las mismas condiciones, justo al lado de los bancos para sentarse a
tomar un poco el sol. Llevaban así meses, por no decir años. Es una acera por
la que los barrenderos no pasan a
limpiar ni a vaciar estos artilugios ni a regar, que buena falta le hace de tantas
plastas y orinas perrunas como se encuentran.
Pues este día al que me refiero, era uno de esos días en el
que el hedor era profundamente marcado No era capaz de entender a aquellas
mujeres allí charlando, y además sobre comida. Estoy seguro que habían salido a
aprovechar los últimos y cálidos rayos de sol que habían salido a media tarde y
estaban totalmente concentradas en sus asuntos. Me pasa a mí cuando tengo un
libro delante, que ni veo ni oigo a nadie ni nada de lo que hay alrededor.
No obstante, no dejo de preguntarme cómo es posible que este
Ayuntamiento que presume de haber obtenido no sé cuantas escobas de plata o de
oro o de platino por la higiene de sus calles no haya localizado este lugar que
podría definirse sin miedo a equivocarse como un auténtico foco de infección. ¡En
el centro de la villa y hecho un asco! Aunque no sé qué da más asco, si estos
lugares (acera, escombrera, basurero) o quienes han de procurar que se mantenga
todas las zonas de nuestro pueblo en perfecto estado de limpieza. Deberían de
visitar alguno de estos lugares. Estoy seguro que a nadie le caerían los
anillos al suelo por hacerlo y se darían cuenta al mismo tiempo que no todo es
hacer el paripé de mantener limpia La Plaza del Mercado o la del Ayuntamiento o
la calle Manuel Pedregal, por ejemplo. Que Grau es más que eso y hay que
patearlo.
Disfruten del día. Un saludo.
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