martes, 28 de mayo de 2013

AZNAR EN EL CONGRESO


Cuando vio el patio de butacas, debió de torcer la cara en una de esas muecas que tanto le gustan y que los demás no acabamos de entender porque lo mismo valen para una cosa que para la contraria. El caso es que allí en el congreso, aparte de algunos secundarios en activo, no encontró su mirada ni a un solo miembro del gobierno ni tampoco a uno solo de los presidentes autonómicos. “Yo no estoy contra nadie”- dijo en un momento del acto. Bueno, Sr. Aznar, tal vez, pero sus principales correligionarios  en el partido no quisieron saber mucho de usted. Y no deja de ser extraño, no en vano es usted Presidente de Honor. De verdad que el honor que le han hecho con su ausencia deja mucho que pensar. Quizá debería de ir pensando en renunciar a ese título porque los gerifaltes de su partido ni eso respetan. Parece ser que la entrevista que emitió Antena 3 no les sentó muy bien. Con la forma de ser habitual que tanto le ha ayudado a desarrollar sus últimos cuatro años de gobierno autocrático, donde hizo grandes amigos como Blair y Bush, con carácter semejante al suyo, apuntó primero con las preguntas y disparó luego en las respuestas a todo cuanto se le ocurrió. A cualquier cosa que pasaba por su mente la ponía en el punto de mira y no dejaba títere con cabeza. Es más, para obviar o esquivar las preguntas molestas, lanzó un ataque furibundo contra un medio de comunicación a ver si colaba y así salir del embrollo en que se hallan metidos todos ustedes desde su paso por el gobierno. No olvide que fue en esos años cuando empezaron a fraguarse los grandes negocios de este país, esos de la Gürtel y demás.
O sea que, como hace unos días usted vació algún que otro orinal por la ventana al grito de ¡Agua va! y más de un transeúnte acabó empapado, ahora tiene que envainársela y explicar que no está contra nadie, sino con los españoles. Estos últimos, una gran mayoría, no creo que deseen ni se sientan de muy buen humor oyéndolo decir que está usted con ellos. Así que si está con los españoles, busque primero a los que lo quieran y luego aclárelo. No habrá muchos. Aunque quizá encuentre alguno entre aquellos que le aplaudieron a rabiar cuando usted les contaba que quién era el gobierno- entonces socialista- para decirle a usted cuántas copas de vino se podían tomar antes ponerse al volante.
¡Ah, conmigo que no cuente! Ni él ni, de momento, ningún otro.
Sean felices y sonrían un poquito.

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