domingo, 12 de mayo de 2013

DE BARCOS Y TOROS

Las encuestas siguen aporreando a un PSOE que no es capaz de levantar cabeza. Mientras, el PP, que tampoco está muy “p’ allá”, aún conserva el número uno de intención de voto, y eso que están acabando con el estado y el nivel de vida de que gozábamos los españoles.
Es posible que puestos a pensar en estas dos situaciones se nos ocurran una gran cantidad de explicaciones. Pero solo una de ellas es la que más cala entre los votantes: los socialistas andan a la deriva sin nadie que coja el timón con fuerza y trace su rumbo con autoridad. Y el resto va en chalupas que poco o nada pueden hacer en este mar embravecido al que toca enfrentarse. En medio de esta tormenta que amenaza con hundir todo cuanto navega, solo los grandes trasatlánticos, que ya están guarnecidos en buen puerto alejados de todos estas vicisitudes, se toman las cosas con calma a la espera de la calma chicha que les permita volver a la ruta que siempre han tenido marcada.
Por  otro lado, Rajoy, como si estuviera en una corrida   entre ignorantes de la  tauromaquia, solo ejerce de primer espada en contadas ocasiones, da una par de manoletinas sin floritura   ninguna y echa a su subalternos al ruedo a la primera de cambio a que den la cara ante un morlaco que a él le va grande No obstante, lo que ven y oyen los espectadores es a esos secundarios que no tienen miedo a hacer el ridículo en la plaza con tal de seguir en la cuadrilla del matador. Rajoy no se quema  en apariciones públicas. Las obvia y por eso se le notan menos o no se le notan las descacharrantes explicaciones sobre la crisis. Lidia perfectamente con la oposición, que no sabe tampoco cómo capotear la situación, por más que intente en vanos esfuerzos decirle por donde ha de entrar a matar, porque están muy próximos a esos espectadores ignorantes que contemplan la faena. Si alguno hubiera que entendiese, lo han dejado fuera, a las puertas de la plaza, y no son capaces de permitir su entrada en el ruedo en el que tal vez se moverían con más arte  que ellos. Pero tendrían que dejarle su palco de sombra y por ahí no pasan.
La gente ve que el Presidente se ha marcado un rumbo que guste o no guste tal vez lo lleve a puerto, pese a que el barco acabe desguazado, pero que mantiene la derrota a pesar de las grandes olas que lo azotan por babor y por estribor, por la proa y por la popa. Cuando  atraque, pocas cosas con las que contaba ese buque se habrán salvado, pero una parte de la tripulación habrá conseguido que se le aclame en puerto e incluso le ofrezcan agasajos y loores por parte de unos pocos. Nadie se acordará de la carga que llevaba el buque y que ahora está en el fondo del mar. La mayoría llorará por ella pero recuperarla, por desgracia para nosotros, será cosa de muchos años, si alguna vez hay medios para ello y la autoridad competente nos lo permite.

Sonrían, por favor, que es domingo. Intenten pasarlo bien.

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