Mientras que Ana Pastor nos
cuenta que no se van a cerrar estaciones ferroviarias, sino que los trenes no
van a parar en ellas, o la presidenta de NNGG del PP manifiesta, sin que se le
corte la sonrisa, que Fátima Báñez es el hada madrina de los jóvenes españoles
y Rafael Hernando expresa con rotundidad que los gobiernos nacionalistas y
socialistas adoctrinaban con sus modelos educativos, yo me iba acomplejando
cada vez más hasta el punto que poco me faltó para meterme debajo de la silla y
no salir de allí.
No es broma; según iba leyendo
una noticia por aquí y otra por allí, cada vez me reconcomía más no haber
entendido nada de las medidas que han tomado desde el nuevo gobierno hasta
ahora, y menos las que escribí unos renglones más arriba. Me quedé quieto unos
minutos y sin poder escribir una letra más, dubitativo ante los juicios de valor
que mi conciencia me dictaba y temiendo que mi ignorancia fuese mayor de la que
sé que tengo.
De un tiempo a esta parte, las
declaraciones o manifestaciones que realizan algunos políticos son realmente de
tal desagrado para los ciudadanos que solo queda imaginar que son granadas de
humo lanzadas aposta contra nosotros para que no veamos lo que sucede en
España, lo importante, lo que más nos afecta: corrupción, desempleo,
mediocridad e incapacidad de nuestros gobernantes y reparto de prebendas para
los más poderosos.
Según había leído las noticias
las había intentado analizar con un mínimo de sentido común.
No entendía a Pastor diciendo esa
tontería. ¿Si un tren no para en una estación, qué futuro tendrá esta? Ella no
querrá llamarlo cierre, pero sí estará condenada al olvido, tendrá que arrostrar
el paso del tiempo hasta convertirse en una ruina porque nadie va a mirar para
ella. ¿O no?
Y Beatriz Jurado, la de NNGG, ha
debido de leer muchos cuentos de hadas en su niñez, tantos que no distingue ya
entre un hada madrina y la bruja mala de la historia. Una ministra que se
encomienda a la Virgen del Rocío para que la saque del atolladero en que estamos
metidos no me parece que sea ni muy seria ni muy hada madrina. Me recuerda un
poco aquel chiste de un señor que va cada semana a una iglesia a pedirle a un
santo que, por favor, haga que le toque la lotería, cuando el santo se cansa de
oírlo, un día después de la petición, abre la boca y le suelta bastante
enfadado: ¡Hombre, por Dios, al menos compra un décimo! Me parece que por más
santuarios marianos que visite la susodicha, como no trabaje lo que tiene que
trabajar en su ministerio, mal nos van a ir las cosas.
Por fin, lo de Rafael Hernando,
con el adoctrinamiento, que diga lo que dijo cuando está a punto de pasar por
el Congreso la LOMCE, que no solo mantiene sino que equipara la Religión Católica
a las demás asignaturas del currículo escolar, es para que le caiga la cara de
vergüenza. Aunque ya saben lo que dicen: era verde y la comió un burro, ya no
queda ni gota en la conciencia de algunos de nuestros dirigentes.
Pues bien, estos análisis que
hice ante tales noticias, una vez leídos, me produjeron cierto malestar y algo
de resquemor: he acabado pensando si no serán el resultado de una mente demasiado
calenturienta incapaz de ver las bondades que ellos nos cuentan y no acertar en discernir
cabalmente entre las realidades que ven y las que veo yo. Ya me imagino
acostado en la tumbona del psicólogo contándole mis cuitas.
Pasen un buen día, piensen bien y sonrían, que las semanas solo tienen siete días.
No intentes buscar explicacion a los actos de estos "sátrapas". El problema no es que no tengan ni idea de nada -que también- sino la intendcionalidad perversa de querer hacernos comulgar con ruedas de molino y quedan con vencidos de que asi se autojustifican; lo que pasa es es que los fanatismos -religiosos o no- los llevan por esos derroteros.
ResponderEliminarÁnimo, que aquí todo va bien. El problema somos los demás, que no somos capaces de entenderlos.
Se me olvidaba: por si algtuno duda del significado del término sátrapa añado cita del diccionario:
ResponderEliminarsátrapa
m. Gobernador de una provincia de la antigua Persia.
adj. y com. col. Que abusa de su poder o de su autoridad
Que vive con mucho lujo y ostentación
com. Persona ladina y que sabe actuar con astucia