lunes, 6 de mayo de 2013

NUEVOS SIERVOS DE LA GLEBA


A mí me gustaría que, en estos tiempos en que se habla de tantas medidas que nos machacan y nos aplastan cada vez más bajo las suelas de esos llamados mercados, conocidos de nuestros políticos, pero que no tienen nombres propios ni apellidos, se hubiese dejado caer algún mensaje más agradable, claro y transparente capaz de al menos producirnos una sonrisa, insuflarnos un leve soplo de confianza que nos permitiese saber que aún tenemos la esperanza de volver a recobrar los frutos logrados hasta hace tres o cuatro años..
Lo que pasa es que, cada vez que tachamos un día en el calendario, uno se encuentra alguna noticia cada vez más nefasta para nuestra mínima capacidad intelectual y que nos degrada un poco más. Nuestras sencillas entendederas no nos hacen ver más que un camino donde los derechos adquiridos se han ido al traste y nunca más volverán. Los gobiernos de nuestra nación son incapaces, mírese por donde se mire, de cumplir con lo que nosotros creíamos que habría de ser el objetivo final de su trabajo: hacer que los ciudadanos vivan mejor, que sus condiciones de vida hubiesen ido mejorando paulatinamente en cierto grado de igualdad, que sus aspiraciones de futuro estuviesen regadas por la lluvia de un bienestar común.
A día de la fecha, no hay ni uno que lo haya logrado. Todos, absolutamente todos, han trabajado siempre para las grandes fortunas embutiéndolas cada día un poco más; eso sí, permitiendo que algunas migajas cayeran a nuestros pies para tenernos subyugados y engañados con palabras bonitas enviadas por sus medios para que las clases humildes se sintieran semidioses.¡Qué grandes jugadas las que han hecho a cuenta nuestra! Somos peones fácilmente sacrificables en el tablero en bien de la salud de las grandes torres, alfiles, caballos, reinas y reyes. No cejarán hasta conseguir que este sea una tierra muerta, sin futuro. Volveremos al feudalismo económico en menos que canta un gallo, que además cuenta como en sus buenos tiempos con la ayuda de la fuerza de las leyes implantadas por ellos en su beneficio para imponer su justicia, y algunos primeros pasos ya han empezado a darse irremediablemente. Nos acogotarán hasta que nos arrodillemos y toquemos con nuestra frente en el suelo. Nos fustigarán con amenazas del fuego eterno, ordenes y proclamas que irán contra cualquier sentimiento de buena voluntad, solo para demostrar su inmenso poder; nos obligarán a tener creencias fatuas, incluso aunque nuestro cerebro aberre de ellas; el poder económico civil y eclesiástico, otro gran poder si no el que más, se convertirán en nuestros dueños y no seremos más que unos pobres monigotes a su servicio dispuestos a besarles las sandalias con tal de conseguir no ya una mirada, sino que se olviden de ti, pasar desapercibido para que sus ojos no se claven en tu gesto de rabia y de desprecio ante la injusticia.
Hemos de vivir bajo tierra, bajo la tierra que alumbra el fruto gracias a nuestro trabajo para que se lo coman los de siempre.seremos unos siervos de la gleba modernos y acabaremos siendo millones de pequeñas semillas de trigo enterradas para que entreguemos sumisas nuestras espigas al señor y al Señor. Y aún así, alguno habrá que nos diga ¡Podría ser peor!
Sí, porque incluso pueden eliminar la palabra de quien acusa, hacerla caer en el olvido más absoluto, tergiversarla hasta la confusión más caótica. No obstante, nunca podrán borrar su significado porque está por encima del poder del hombre.
Tengo el día raro, debe de ser por el cambio de tiempo. Pasen un buen día y, como siempre, no me hagan mucho caso.
 

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