Oigan, perdonen que les pregunte: ¿A la sra. Aguirre le ha
dado un “yuyu” o algo por el estilo estos últimos días y no me he enterado?
Es que, durante su intervención en la Fundación Areces, se
explayó con cada cosa que “pa qué”.
Una de las que contó fue que la salida actual de la
juventud de España hacia el extranjero tendrá un efecto muy positivo en nuestra
economía. ¿Pero qué le pasa? No se ha enterado aún, o se le olvidó, quién sabe
si serán cosas de la edad, a todos nos pasa, que estos jóvenes se han ido a esa
llamada movilidad exterior, la que nos contó la ministra de la Virgen del Rocío,
porque en España no tienen donde trabajar, donde el paro juvenil anda por el
sesenta por ciento. Ella no debe tener a nadie de su familia apuntada en el
desempleo, es un suponer, para decir esa atrocidad. Tal vez algunos de ellos se
hayan ido porque les dio la gana, pero los más se movilizaron exteriormente
porque no tenían para independizarse o ni siquiera para conseguir un empleo en
su tierra que, precisamente por estar más que bien preparados, revertiera
gracias a sus conocimientos en la economía española. Fíjese, listilla, en que
esos países a donde se ven obligados a emigrar, que se dice así y olvídese de
monsergas, van a disponer de unos científicos en cualquier área del conocimiento
en los que no se han gastado un euro porque eso lo hizo España; y mientras que
los beneficios serán para esos estados, España se queda mirando a la luna de
Valencia. Y la culpa, no lo olvide, señora ex de Madrid, fue, es y será por mucho
tiempo de los sucesivos gobiernos que hemos tenido, que están acabando con los
fondos de I+D por ejemplo, y que ponen como remedio para la integración de los
jóvenes en el mercado laboral el aumento de la edad de jubilación. ¿Cuándo van
a trabajar entonces los que vienen detrás? Generaciones maravillosas perdidas por culpa
de gente como usted, que se dedica a la alta política pero está visto que en su
casa no tienen estos problemas. ¿Qué cree que iban hacer estos chicos? Lo más
lógico, lo que están haciendo: irse y, como quien dice, todos con gran dolor de
su corazón.
Y todavía quería usted, envidiosa de la educación
anglosajona, tener un Oxford en España. ¿Para qué, para pagarles la formación y
que se vayan? ¡Si con la educación pública están ustedes, sobre todo su partido,
acabando a marchas forzadas! Y con las universidades…; se han creado tantas,
solo por el prurito y la vanidad del grueso de sus congéneres políticos
autonómicos, que ahora no saben como hacer para mantener un nivel de calidad e
investigación adecuados en cada una de ellas, ante tanto recorte, y se hallan
casi todas a la cola en el ranking de los países occidentales. Claro que, cuando manifestó eso en la
Fundación, ya sé que se refería sin duda a la enseñanza privada, la niña de sus ojos, esa en la que
incluso en su comunidad permitió a los padres deducir los gastos escolares de
sus hijos. No lo hizo, no, con los de la pública, que también gastan y no poco.
Pero, bueno, todos sabemos de qué pie cojea: del de la estulticia y el despropósito
para con quien menos tiene.
Hay más
cosas reseñables en su intervención, pero mejor, para acabar con este artículo
y no alargarlo demasiado, remedar al Rey y decirle a usted: ¿Por qué no se
calla?
Un saludo y hasta mañana.
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