Y la Monarquía como institución da en estos momentos unos
coletazos casi agónicos, tan grandes que no es impensable su desaparición como
tal en España.
Tal vez haya infinidad de reflexiones sobre las razones
que la han llevado a esto. Pero hay algunas que son muy sencillas: la vida que
llevó parte de esa familia a lo largo de los últimos años. Podríamos empezar
por el rey y la caza de todo tipo de animales, incluso si cuadraba,
supuestamente, de dos patas; el caso Corinne y los contratos y negocios
realizados para España, pero en beneficio propio; el yernísimo Urdangarín ; y
por fin, acaba ahora con la infanta Cristina. A ello no sería descabellado
añadir la renuencia de D. Juan Carlos a abandonar el sillón hace un año más o
menos, cuando aún era posible que abdicase con suficiente dignidad; personas
del entorno real que realizan gestiones, si no oscuras, sí algo turbias;
asuntos que la mayor parte de la sociedad española desconoce porque se ha
echado sobre ellos velos más o menos opacos; etc.
Hemos llegado a una situación en la que los únicos que
merecen un cierto grado de aprecio por encima del resto de la Casa Real son la
Reina y el Príncipe.
Quizá sea el momento de proceder a un cambio en la
Jefatura del Estado, si el Rey no quiere que la Monarquía llegue a su fin.
Sería la única manera de intentar por lo menos mantener esa continuidad. O eso o los políticos deberían
plantearse la entrada en España de la República y olvidar de una vez por todas
la herencia del general.
No pasaría nada, pienso, por el hecho de que esa
posibilidad se convirtiese en certeza.
Disfruten del día. Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario