jueves, 25 de abril de 2013

DEDICATORIA


 (Dedicado sin ningún cariño a quienes, ocupando un cargo público, se obcecan en sus errores)
¡Ay, lo que significa discrepar! ¡Y ay, lo que significa no estar de acuerdo con…!
A mí no hay nada que más me mosquee, cuando lo veo y lo oigo, que un político incapaz de asumir sus errores. Son verdaderamente inaceptables, es más, es inadmisible que puedan ocupar un cargo que representa a todos los ciudadanos. Se creen dioses en un país de esclavos, incapaces de entender que a veces sus decisiones son incorrectas, a pesar de haberlas tomado quién sabe si con la mejor y la mayor ilusión del mundo. Se consideran un yahvé más, un ser eterno que existe independientemente de cualquier otro ser. Fuera de sus dictámenes, no hay nada. Cualquiera que se atreva a poner en duda alguna de sus sentencias es consecuentemente anatematizado y enviado al infierno de los levantiscos, de los rebeldes, de aquellos que quieren destruir los maravillosos palacios sociales y económicos construidos por los gerifaltes para unos pocos. Hay mandamases de todo tipo: aquellos que quieren conseguir un puesto desde donde puedan lograr un beneficio económico, sea ilegal o no; los hay que solo quieren el puesto con el fin de alcanzar el poder por el poder, sin el cual no son nadie; también te encuentras a los que desean por encima de todo obtener su pizca de vanidad no satisfecha si no fuese así; otros desean por encima de todo verse retratados entre otros desiguales para presumir de hasta donde han llegado; los habrá que piensen que es una manera de tener un gran sueldo trabajando lo mínimo; otros, esperando dar un siguiente paso que los lleve a la cumbre para celebrar su majestuoso y artifical sistema de vida; y luego los hay que, por su ideología, se encargan de joder al prójimo amparándose en la supremacía de sus ideas.
No estoy seguro de haber escrito todas las capas con las que se esconden estos politiquillos, seguro que hay más, pero más o menos todos buscan algo así. Ninguna es capaz de reconocer, porque su cerrazón es total y manifiesta, que fuera de ellos hay algo más. Y que no siempre es malo.
Por eso, discrepar con uno de ellos, suele acabar con la firme convicción de que la ignorancia es la que prima en él por encima de todas las cosas. Son soberbios y de sus palabras se desprende su falta absoluta de humildad Es raro encontrar uno que sea consciente de sus debilidades. Todos se consideran césares en el ámbito en que mandan y no admiten la crítica fugaz, porque para ellos ese descrédito momentáneo puede significar el fin de su carrera, sin darse cuenta que todos ellos son iguales y lo único que los puede echar abajo es la simple y mera envidia, esa que hace caer hasta las torres más elevadas.
Así que discrepar es una labor ardua y en ocasiones, dependiendo con quien, algo vana y sin sentido. No obstante, hay momentos en que la sangre se enerva y hace imposible que uno sea un sencillo y humilde oidor. ¡Qué le vamos a hacer!
A disfrutar, que el fin de semana está al caer.


 

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con lo que dices. Es de los mejores comentarios que has hecho hasta ahora y eso que hay varios que yo creia que no se podian superar. Enhorabuena y a continuar. Somos muchos los que esperamos todos los dias por tu comentario.

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