“Échame a mí la culpa”, dijo bajito, bajito, el ex alcalde
madrileño Manzano, pero sin darse cuenta que los malditos micrófonos lo amplían
todo y se llega a oír hasta donde uno no quiere. Y, claro, ese “échame…” tan inculpatorio,
se convirtió en una de las noticias del día.
Eso de echar la culpa a los demás es muy viejo. Se llega
incluso a echarla a los muertos, que ya no pueden defenderse. Y también, por lo
que se ve y se escucha por esos micrófonos, se puede echar la culpa, cargar el muerto
a otro tipo de muerto, el que lo está para la política y que no tiene nada que
perder, o casi nada.
Pero a mí me encantan esos apellidos tan amigables. Es que como asturiano me hacen
pensar y mucho en mi tierra.
Por un lado el manzano que nos proporciona la sidra y que,
una vez envasada en botella, se escancia como es debido para ofrecernos un
gustirrinín asombroso al notar sus burbujas espumeantes en la nariz mientras en la boca explota con
todo su aroma. Sí, claro que sí, a veces, cuando ese licor cuasidivino no gusta
porque es de mala calidad, la botella no tiene la culpa de ello, la culpa la
tiene la manzana que, si no es de un manzano como es debido, pues así le va.
No obstante, en ocasiones, no todo es a causa del
manzano que creció ufano y orgulloso, por ejemplo en Madrid, por más que lo
hiciera en la excelente compañía de otro amigo de pomarada en las, quién sabe,
maravillosas, cuidadas y húmedas praderas de un campo de golf en vez de en un
prado corriente y moliente, y no de un amigo cualquiera, no, del mayor, del que
más daba, de aquel que por su porte y frondosidad acogía entre sus ramas
manzanas más o menos grandes y jugosas, unas podres enseguida, otras a medias y
alguna que otra con cierta calidad, pero capaz de que todos los demás árboles se
afanasen en aplaudir, todos los que estaban a su alrededor y que lo alabasen
incluso como Manzano Mayor.
Decía que a veces no solo es cuestión de la manzana el
hecho de que sidra salga mala. En ocasiones la culpa es de la botella que no
esta en buenas condiciones; por más brillante que nos la vendieran por afuera, si
el interior no está en condiciones, la sidra se estropea. Y en esos casos de
nada sirve echarle la culpa al manzano, aunque ya lo hayan abatido y preparado
para leña para la lumbre.
En muchos sitios, esa sidra solo sirve para hacer vinagre.
Perdón por el artículo, pero es que
me lié un poco pensando en ir a mediodía a tomar un “culín”. Pasen un buen día.
Un saludo.
PD: “culín”: cantidad de sidra que se
escancia en el vaso y se bebe de un solo trago.
Impresionante el "jugo" que sacaste al aunar el "manzano" con la "botella". Para mi genial. ¡¡¡ Enhorabuena !!!
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