lunes, 21 de enero de 2013

SUEÑO CAYENDO


No hace muchos días, Fonso y yo habíamos estado hablando de los sueños, de cómo se desvanecen justo en el momento en que uno se desadormece y, por más que se intentan recordar, es imposible; las imágenes y los hechos oníricos que intentas retraer a tu cabeza se difuminan cada vez más hasta desaparecer.
Te llegas a sentir vulnerable al pensar que tu libre albedrío ha sido y es vencido por un subconsciente que además no da explicaciones. Solo te permite echar una pequeña ojeada a sus dominios cuando a él le da la gana.
Hacía ya mucho tiempo que no soñaba. O por lo menos que no me despertaba sabiendo lo que había soñado. Y hoy…

Me he visto caer desde un lugar altísimo, a veces desde una casa enorme como un rascacielos y otras desde acantilados inimaginables. Me he visto flotar en el aire cerniéndome como un águila que de repente se abalanza a toda velocidad hacia su presa. Era consciente de mi final y a pesar de ello mi cabeza se centraba en contemplar lo que había alrededor. Mi destino era un brutal choque contra el suelo o, en ocasiones, contra un mar embravecido y poderoso. Lo sabía mientras descendía a una velocidad increíble, pero al mismo tiempo como si fuese en cámara lenta ya que me daba tiempo a ver todo cuanto se cruzaba ante mis ojos. Y siempre, justo antes de la colisión final, es el sueño el que se rompe en mil pedazos y me despierto.
En ese momento, al despertar, lo único que recordaba era mi cuerpo volando esperando el encontronazo.
Mientras duraba aquel salto, mi mente no pensaba en nada, estaba como vacía. Y cuando despertaba, mi mente se desconectaba, se ponía en off,
sin tecla on que la arrancase. Una bruma espesa cerraba el paso a los recuerdos y te dejaba indefenso. No había final.

Es un sueño que se repitió a lo largo de mi vida con cierta frecuencia y uno de los que siempre soy capaz de acordarme, excepto el final al cual nunca llego. Pero ya no me acordaba de él de tan lejos como quedó en el tiempo. Cada vez que afloraba  me preguntaba si tendría algún significado oculto, qué diría un psicólogo o un psiquiatra de ello. No me importa mucho tampoco, es simple curiosidad. pero yo, después de darle vueltas, sí saqué en claro que la caída representa mi miedo a las alturas, el vértigo que me produce estar situado a determinadas altitudes, como cuando me acerco al Cabo Vidiu y quiero ver los acantilados desde la parte de atrás del faro: me tengo que echar en el suelo para ello o la cabeza tiende a lanzar mi cuerpo a las aguas.
¡Los sueños son crueles en ocasiones! Te hacen vivir precisamente aquellas situaciones que más temes, pero sin la tragedia final. Tal vez sea para que cada uno de nosotros no tenga miedo a enfrentarse a la realidad diaria que nos toca vivir. Quizá es un aviso para que pienses que por más abajo que uno caiga nunca tocarás fondo. Así que siempre hay esperanza, aunque sea despertándote a tiempo.
Me conformo con estas explicaciones, me bastan y me sobran. ¿Para qué quiero más?

Pasen un buen día y perdonen por el sueño.

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho, sobretodo cuando dices que "por más abajo que caiga n unca tocarás fondo". Ademas siempre estaré yo mas abajo para ampararte antes de tocar fon do. Un ABRAZO
    Hermano mayor

    ResponderEliminar
  2. Y no se puede perder la esperanza, sino que nos queda....

    ResponderEliminar