No hace muchos días, Fonso y yo habíamos estado hablando de
los sueños, de cómo se desvanecen justo en el momento en que uno se desadormece
y, por más que se intentan recordar, es imposible; las imágenes y los hechos oníricos
que intentas retraer a tu cabeza se difuminan cada vez más hasta desaparecer.
Te llegas a sentir vulnerable al pensar que tu libre
albedrío ha sido y es vencido por un subconsciente que además no da
explicaciones. Solo te permite echar una pequeña ojeada a sus dominios cuando a
él le da la gana.Hacía ya mucho tiempo que no soñaba. O por lo menos que no me despertaba sabiendo lo que había soñado. Y hoy…
Me he visto caer desde un lugar altísimo, a veces desde
una casa enorme como un rascacielos y otras desde acantilados inimaginables. Me
he visto flotar en el aire cerniéndome como un águila que de repente se
abalanza a toda velocidad hacia su presa. Era consciente de mi final y a pesar
de ello mi cabeza se centraba en contemplar lo que había alrededor. Mi destino
era un brutal choque contra el suelo o, en ocasiones, contra un mar embravecido
y poderoso. Lo sabía mientras descendía a una velocidad increíble, pero al mismo
tiempo como si fuese en cámara lenta ya que me daba tiempo a ver todo cuanto se
cruzaba ante mis ojos. Y siempre, justo antes de la colisión final, es el sueño
el que se rompe en mil pedazos y me despierto.
En ese momento, al despertar, lo único que recordaba era
mi cuerpo volando esperando el encontronazo.Mientras duraba aquel salto, mi mente no pensaba en nada, estaba como vacía. Y cuando despertaba, mi mente se desconectaba, se ponía en off,
sin tecla on que la arrancase. Una bruma espesa cerraba el paso a los recuerdos y te dejaba indefenso. No había final.
Es un sueño que se repitió a lo largo de mi vida con cierta
frecuencia y uno de los que siempre soy capaz de acordarme, excepto el final al
cual nunca llego. Pero ya no me acordaba de él de tan lejos como quedó en el tiempo. Cada vez que afloraba me preguntaba si tendría algún significado
oculto, qué diría un psicólogo o un psiquiatra de ello. No me importa mucho tampoco, es simple curiosidad. pero yo, después de darle vueltas, sí saqué en claro que la caída representa mi miedo a las alturas, el vértigo que me produce
estar situado a determinadas altitudes, como cuando me acerco al Cabo Vidiu y
quiero ver los acantilados desde la parte de atrás del faro: me tengo que echar
en el suelo para ello o la cabeza tiende a lanzar mi cuerpo a las aguas.
¡Los sueños son crueles en ocasiones! Te hacen vivir
precisamente aquellas situaciones que más temes, pero sin la tragedia final. Tal
vez sea para que cada uno de nosotros no tenga miedo a enfrentarse a la
realidad diaria que nos toca vivir. Quizá es un aviso para que pienses que por
más abajo que uno caiga nunca tocarás fondo. Así que siempre hay esperanza,
aunque sea despertándote a tiempo.
Pasen un buen día y perdonen por el sueño.
Me gustó mucho, sobretodo cuando dices que "por más abajo que caiga n unca tocarás fondo". Ademas siempre estaré yo mas abajo para ampararte antes de tocar fon do. Un ABRAZO
ResponderEliminarHermano mayor
Y no se puede perder la esperanza, sino que nos queda....
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