miércoles, 19 de diciembre de 2012

DE PASEO


Lo he visto. Puedo dar fe de ello. Ayer mismo, a eso de las cinco y media de la tarde, puedo atestiguar, repito, haberlo visto por última vez. Y con esta, ya van por lo menos ocho o nueve veces.

La primera vez me llamó la atención, tanto que me detuve a contemplarlo desde lejos no creyendo que se pudiera hacer aquello.

Al cabo de un par de días, no recuerdo exactamente, volví a cruzarme con él y ni siquiera me vio concentrado como iba en su tarea.

Luego pasaron varios días sin encontrármelo, tal vez por desajustes horarios entre nuestros paseos, pero hace unos siete u ocho días nuevamente, a eso de las diez de la mañana, lo volví a divisar al otro lado del río caminando sin ver a nadie, con paso tranquilo.

Y así durante tres o cuatro días más.

Y ayer, cuando me lo encontré, no pude aguantarme más y lo detuve.

-¡No ves a nadie, eh.! ¿Cómo te las arreglas para ir caminando y leyendo al mismo tiempo?- le pregunté extrañado.- Hace una temporada que te veo, me cruzo contigo, y es como si el mundo no existiera a tu alrededor.

-No camino y leo,- me respondió con una sonrisa- es que me encanta leer y cuando me quiero dar cuenta estoy tan concentrado viviendo las historias que me cuentan las palabras escritas en el texto, que mis pies se ponen en movimiento como por arte de magia para llevarme con los protagonistas y no perderme ni una sola de sus vivencias. Así que leo y camino.

-Ya -no sabía qué replicar. –Bueno, anda, no te molesto más. Sigue a lo tuyo. Lo siento.

-No, si no me molestaste. Mira, en este momento estaba leyendo como uno de los personajes de esta novela interrumpía a un amigo, mientras tomaba una copa en el bar, para decirle que no entendía cómo era capaz de concentrarse en la lectura en el parque infantil a donde iba todos los días después de comer si aquello a esas horas estaba lleno prácticamente de niños gritando, riendo alborozados, madres, padres y abuelos dando la cháchara, algunos pendientes de sus retoños y otros simplemente dejando que el tiempo corriese para devolver al niño a casa o llevarlo a una clase particular de algo, alguno dándole dos voces a la criatura para que no corriese que se iba a caer o un ten cuidado que te vas a hacer daño.

Así que no me molestaste: era justo el momento ideal para interrumpirme. Te lo agradezco.

-¡Ah! Pues…bueno,…- qué le digo a este loco- . Entonces, nada. ¡Hala, sigo el paseo antes de que oscurezca.

-Sí, hay que aprovechar el tiempo, no dejarlo correr a lo tonto y a lo loco. Y yo sigo a lo mío. Hasta luego.

-Hasta luego.- Y me fui en dirección contraria pensando si aquella persona era en realidad alguien a quien conocía o un ser sacado de una novela. Si era esto último, algo había en su cabeza que no funcionaba como la de los demás. No sé si para bien o para mal.

Así que hoy puedo atestiguar, como dije al principio, que Luis lee mientras camina o camina mientras lee. Aunque aún no sé cómo lo puede hacer.

¿Extraño, no?

Que tengan un buen día y lean cuanto puedan.

 

 

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