lunes, 17 de diciembre de 2012

PRERROMÁNICO


El prerrománico asturiano se hunde irremediablemente.
Uno de los emblemas de nuestro turismo, declarado y protegido como Patrimonio de la Humanidad, símbolo de nuestra historia, se descoyunta poco a poco sin que nadie mire para él.
Las acusaciones sobre su estado realizadas un año sí y otro también por los historiadores caen en saco roto.
Se puede acusar y señalar con el dedo a todos y cada uno de los políticos que Asturias tuvo en su parlamento o que nos representaron viviendo del cuento en Madrid. Ni uno de ellos se tomó nunca en serio un plan de conservación de este estilo arquitectónico único en el mundo. Y para demostrarlo, ahí están los hechos, los monumentos para verlos.
Recuerdo haber ido a Cataluña, por poner un ejemplo, en más de una ocasión y en las carreteras o autopistas te encontrabas nada más entrar en la comunidad paneles de todo tipo avisando con decenas y decenas de Km. de antelación de aquellos monumentos principales dignos de visitar en esa autonomía, se daba ya información turística en cuanto ponías los pies en su suelo. No sé hoy, porque hace años que no viajo allí, pero no me creo que hayan ido a menos, si acaso a más. Se vende lo propio como algo inherente a su misma historia y a la forma de vida de esos ciudadanos, con el significado profano o religioso que cada uno de esos reclamos turísticos tiene. Aquí en Asturias, no. Ni se miró nunca para ello.
Porque aquí en Asturias hemos vivido los últimos casi cuarenta años plenos de paz, después de los del otro señor de bigote para quien la paz tenía otra acepción distinta- la paz de los cementerios-, gastando dinero a espuertas como si se tuviese un máquina  indestructible de producirlo dentro del palacio de la calle Fruela. Sí, aquí paz y después gloria.
Los dineros se diluían en ríos incontrolados de obras faraónicas- Muselón, Hospitalón, Centro Culturalón Niemeyer, Laboralona, Calatravón, Facultadonas sin alumnos, etc, etc-; en museos baldíos dedicados a la primera ocurrencia de un regidor que creía que luego se mantenían solos y donde se dilapidó lo que hiciese falta para tener contentos a todos - ¿no hubiese sido mejor darles un pin, aunque fuese de oro para que presumieran de ello, en un acto institucional para que salieran en la foto?-;  en edificios destinados a ideas oníricas de nuestros soñadores que, hoy, sin haberlos siquiera inaugurado, se abaten y con ellos cientos de miles de euros, unos a la alcantarilla y otros a los bolsillos de los amigos; en dietas y desplazamientos, sueldos a la carta, enchufados y asesores, como aún hoy es la triste realidad.
Y entre todo ello, nunca a nadie se le ocurrió reservar algo para invertir en el Prerrománico, sino que siempre quedaban a la espera de que otros, Madrid si acaso, nos lo solucionara.
Se permite sin vergüenza ninguna la desaparición de nuestro arte emblemático, se deja morir nuestra lengua, año tras año se le ponen las mortajas a lo que queda del campo y la ganadería asturiana, la industria minera se muere a pasos agigantados, la pesquera languidece míseramente acorralada por políticas nefastas,  nuestras masas forestales se transforman en calvas tristes y secas, nuestra Universidad lleva trazas de convertirse en una pequeña academia provinciana, nuestros jóvenes salen disparados hacia otras tierras en busca de futuro; en resumen, Asturias se agosta, mal que nos pese, mientras nuestra clase política llega a la conclusión de que todo lo malo es culpa del otro.
¡Ah, sí, para el museo de Fernando Alonso hay un millón de euros!
¿Qué hacemos con semejantes irresponsables?

Que tengan una buena semana y que la disfruten. Un saludo.

 

 

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