Y
va un año ya de la desafortunada llegada al poder del Sr. Rajoy y sus joyas
ministeriales. Si fuésemos un poco objetivos, no tendríamos otras palabras para
definir ese asalto al poder como el de un golpe de estado, incruento, eso sí. Veréis, me explico.
Se
comienza por contar a la gente todo tipo y variedad de “hazañas” cometidas
hasta esa fecha por los que ostentaban en ese momento el poder, haciendo ver
que eran más o menos una panda de golfos ignorantes, indecisos, vacilantes, inseguros,
incompetentes, totalmente legos en el arte del gobierno, y añadían toda clase
de epítetos cuyo objetivo único y claro era el descrédito absoluto de aquellos
políticos que nos estaban llevando a la ruina, que estaban acabando con todo mediante
recortes y tomas de decisiones tan impopulares que la gente empezaba a temer
por su futuro.
Mientras,
Rajoy &Cía no dicen otra cosa para combatirlos desde la oposición que un NO
rotundo a todas y cada una de las
propuestas parlamentarias. NO PORQUE NO, y punto.
Se
sigue echándose a la calle airados con manifestaciones multitudinarias
convocadas siempre por otros compinches para que la mano derecha no sepa lo que
hace la izquierda. Atacan con fervor y obediencia religiosa determinados derechos
sociales sin importarles su significado, solo por el hecho de montar tumulto y confusión en el resto del pueblo, solo con
el fin de que se palpe cierto hálito de desesperanza, solo con el objeto de
cambiar la opinión pública, solo para buscar el hartazgo popular ante la
situación que atraviesa España.
Paso
siguiente: comienzan a discursear machaconamente a la gente, a sermonearla (eso
del púlpito lo tienen dominado) hablándole de las medidas tan bondadosas que
ellos llevan en el bolsillo sin decir ninguna: “Se hará lo que se tenga que
hacer”, o frases similares. Solo les falta prometer la vida eterna.
Otro
pasito más:: Hacen mil y una críticas al grado de subdesarrollo al que nos está
conduciendo el gobierno anterior, se le acusa de haber tomado medidas que van
contra el poder adquisitivo de los españoles, tanto trabajadores en activo como
en el paro como pensionistas, se le critica desaforadamente el hecho de haberse
echado en manos de la banca y de los empresarios mediante ayudas
supermillonarias y reformas laborales disparatadas, se les tacha de incapaces y
no saber qué tienen entre las manos, se
aturrulla de tal manera a los ciudadanos que estos se sienten huérfanos
y vacíos de esperanza ante tamaña desvergüenza
y, cuando los ánimos están ya bien caldeados, ¡zas!
Conclusión:
Aparece Rajoy y comienza su sarta de promesas en forma de medidas que promete
aplicar en cuanto él gobierne España. Es el salvador de la patria, y cual un
Capitán Trueno y al grito de “Santiago y cierra España”, la recorre de arriba abajo
hasta amodorrar sobradamente la capacidad de raciocinio de la gente.
Se
siembran millones de semillas de cizaña hasta que, en un momento dado, se procede a
dar el golpe de estado incruento propio de cualquier democracia de tres al
cuarto como la nuestra: Elecciones Generales. Y entonces todos “p’ allá” con la
papelina en la boca, como perritos bien adiestrados.
Y al
cabo de un año con su gobierno, las manifestaciones en cualquier ciudad de
nuestra geografía son el pan de cada día, el paro de récord, la sanidad necesita una cura de urgencia, la educación en manos de un tal Werth famoso por sus desatinos, los servicios sociales de capa caída, las pensiones al pairo, los trabajos en precario, el dinero sale a espuertas de España, la deuda del país a niveles exhorbitantes, la justicia gallardoniana brilla por su ausencia, los casos de corrupción de políticos y allegados a la orden del día, y así más y más y más y mucho más. Pero ellos, Rajoy&Cía, impertérritos ante el temporal, se lavan las manos, no se
quieren enterar, le echan la culpa a aquel que pasaba por allí, les da igual. Tienen un libro de ruta que no van a cambiar, así baje Dios del
cielo.
Y todas
aquellas medidas dichas con su boquita de piñón se han convertido en mentiras,
tal cual, no en promesas incumplidas, no, en trolas como campanas de grandes. Donde
antes del golpe incruento decía digo, ahora no dice diego, que al menos se le
parece, no, ahora dice supercalifragilísticoespialidoso,
para que quede claro que su palabra va a misa.
La
palabra de un mentiroso.
(Mentira: 1-Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa- RAE)
No se cabreen mucho conmigo, que es
domingo. A fin de cuentas un día de fiesta es para divertirse, aunque sea en con
algo tan profano como este artículo. Buen día.
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