viernes, 14 de diciembre de 2012

La iglesia y los medios modernos.


Por fin, su Santidad Benedicto XVI se ha lanzado a las redes sociales. Ya tenía anteayer un millón de seguidores, lo cual no querrá decir que todos ellos sean buenos discípulos de su doctrina, sino que también se dedicarán a descalificarlo en función de la representatividad y como defensor de unas ideas que ostenta inmune a cualquier adelanto social. A fin de cuentas las ¿sabias? decisiones que toma son criticadas frecuentemente por amplios sectores incluso de su mismo signo.

Entre los comentarios leídos a esta iniciativa twittera, se encuentra una del Arzobispo de la capital asturiana: “Precioso ejemplo de cómo utilizar los medios modernos”

¿De qué habla? ¿No es el preservativo un medio moderno para controlar la natalidad desaforada que produce millones de muertos de inocentes cada año? ¿No es la píldora anticonceptiva un medio moderno para proteger la libertad de la mujer? ¿No es el divorcio un medio moderno para buscar una segunda oportunidad en vez de que una o las dos personas tengan que sufrirse toda la vida? ¿No es el matrimonio de dos personas del mismo sexo un medio moderno de aceptar a todos los seres humanos tal y como son? ¿Acaso no es un adelanto social que los estados y las religiones coman a parte, lo que ustedes son incapaces de admitir y por lo que despliegan toda su capacidad de convicción, a saber con qué medios, para evitarlo? ¿No es un adelanto moderno el hecho de que se investigue con células madre para predecir o curar enfermedades?   

Porque para este señor los medios modernos, por lo visto, son solo los programas de las redes sociales que les permiten seguir contando sus historietas. Y si además les sirve para volver a la teoría de una Tierra plana, mejor que mejor.

No señor. Los adelantos modernos se miden de muchas más maneras, Sr. Arzobispo. Se miden fijándose en como ha ido evolucionando la sociedad y las relaciones humanas; se miden cuando uno se da cuenta de las barbaridades que le obligaron a hacer basadas en mentiras o a confiar a ciegas en supuestos misterios a los que solo estaban llamados los de la cúpula de la pirámide, y ahora algunos las descubren al abrir los ojos; se miden cuando la gente que te rodea es toda igual ante los ojos del Dios de turno; se miden cuando no se desprecia al que no piensa como ustedes, aunque la hipocresía da para mucho; se mediría si un preboste religioso recorriese las calles para saber las necesidades reales de su pueblo y no solo las de sus dirigentes; se miden cuando la doctrina de Jesús se lleva a cabo, en vez de vestirla con riquezas y solaparla en entresijos políticos y económicos entre los que ustedes viven muy bien.
Para ustedes los avances se centran exclusivamente en aquellos que están a favor de sus intereses. No conciben que los adelantos sociales vayan parejos a los tecnológicos. Se quedan simplemente en lo banal, en una cuenta de twitter o en que en el portal no había mula ni buey o los Reyes eran de occidente.
No evolucionan, siguen con años de retraso respecto a la iglesia de a pie.
No me extrañaría que a la hora de leer los comentarios y las preguntas que le hagan a su Santidad, en el Vaticano hayan ya distribuido el trabajo: los monseñores contestarán a los hombres y las monjas desde su convento a las mujeres. ¡Que hasta ahí son capaces de llegar, sin haberse esforzado mucho a lo largo de la historia para cambiarlo! ¡Qué herejía, hombres y mujeres iguales!
Casi apostaría que, según sus creencias, el día que Cristo baje de nuevo a la Tierra, lo haga con un buen puñado de látigos para comenzar expulsando a tanto y tanto mercader como se esconde bajo las ropas talares en sus templos, amparándose en Su Nombre de forma tan irreverente.

¿De verdad, por qué no se dejan de milongas y bajan a la tierra?
 
No quiero molestar, pero tampoco me apetece callar. Hay cosas que...
 

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