miércoles, 26 de diciembre de 2012

¡ES QUE LA MATO!


 ¡Por Dios, Sra. Ministra, estése quieta!
¿Así que ya escribió la carta a Papá Noel y a los Reyes y les pidió un sistema de sanidad magnífico para España? ¡Oh, a quién se le iba ocurrir pedirles semejante cosa! ¡Cómo se nota que es usted una persona desprendida y generosa! No pide nada para los suyos, no, lo pide para todos los demás mortales congéneres suyos en este estado porque seguro que a ellos no se les ocurre tal cosa. Son, los pobres, ignorantes: se conforman con una colonia, una camisa, unos calcetines, un pañuelo o con el recuerdo de regalos de años pasados.
Y además nos adelanta en sus declaraciones en Zaragoza que el gobierno está estudiando el Sistema Sanitario Español para “preservarlo en su totalidad”. Es decir, que a usted le están susurrando cositas, a saber quien se las meterá en su linda cabecita,¿o se le ocurren a usted sola?, como las de hacer más reformas, “las que hagan falta para que España salga adelante y nuestro sistema de sanidad sea público, de calidad y gratuito, además de universal y para todos los ciudadanos”.

Por favor, Sra. Mato, no se moleste. Déjelo, no trabaje más. Dedíquese a perfeccionar la oratoria, disfrute de un  largo descanso, que usted se lo ha merecido después de este 2012 tan extraordinario que nos ha ofrecido su Ministerio con unas medidas maravillosas, que nos han llenado a todos de orgullo viendo que alguien tan inteligente como usted y su equipo se preocupa tanto por nuestra salud, a la par que por nuestra maltrecha economía. Los pensionistas le van a estar agradecidos toda la vida y el resto de trabajadores lo mismo; ya no le digo nada de los médicos, enfermeras, y todos los trabajadores del sistema sanitario público español, los de los Servicios Sociales,…todos, todos, todos, los cuales, apostaría yo, la deben de tener presente en sus oraciones, acompañada de algunas presidentes autonómicos que han aprendido mucho de  habilidades como Ministra. Aseguraría que en sus casas encienden todos los días una vela para que alguien que la vea cuide de ustedes.
Sra. Mato, no se preocupe por nosotros, No se le ocurra hacer lo que tiene que hacer, como su jefe, abandone y permita que sean otros quienes se cuelguen ahora las medallas, no sea avariciosa.
Esté segura que, aunque se vaya, va a ser recordada de por vida. Ya no necesita más para pasar a la Historia.
¡Hágame caso!

 Y es que… ¡es que la mato!

 

 

 

 

 

 

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