Destruyo todo cuanto escribo,
manchas de tinta sobre papel
etéreo,
arrinconándolo en un cajón
oscuro,
como juguetes viejos en el
desván,
una vez lo he leído en voz
alta
Ahora las palabras
se habrán volatilizado en el
aire,
son rayos de luz que se
difuminan
y se mezclan con las
estrellas.
Son palabras que pertenecen a
todos,
son palabras que navegan
por el firmamento sin dueño,
pero tú sabes que son tuyas.
Todo cuanto siento
se esparce lentamente por mi
cuerpo,
pero lo olvido inmediatamente
para que esas sensaciones
que nacen cada segundo de mi
vida
sean siempre novedades
contigo.
Ahora los días,
la suma de horas, minutos,
segundos y deseos,
y el universo,
cargado con mis palabras dichas
al viento,
se funden en un único
misterio:
¿Por qué te quiero tanto?
Y mi única respuesta es este
beso de buenos días
mientras entreabres los ojos
y me susurras:
-¡Hummm!- y sigues soñando
conmigo.
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