¡Y mira que es fácil de solucionar!
No sirve la disculpa
de que la mayoría de la sociedad no lo desea. Eso es una falsedad, una de esas
mentiras que tanto se intenta inculcar en la mente de los asturianos, como
tantas otras. Siguen la máxima de que una mentira repetida miles de veces acaba
por ser considerada como una verdad.
Cada vez que se hacía una encuesta sobre el
grado de aceptación por parte de los asturianos, una mayoría aprobaba la
cooficialidad, pero las encuestas, entonces, se guardaban en un arcón bajo
siete llaves y no veían la luz. No les interesaba darla a conocer. Pero es que,
aunque tampoco fuese una mayoría, ¿no se presume desde todos los ámbitos
políticos de la defensa de las minorías? ¡Ya quisieran ustedes, señores
diputados, que las encuestas valorasen su forma de hacer política con el mismo
tanto por ciento que lo hacen con nuestra lengua!
Fíjense bien en que
España firmó la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales el
5/11/1992 y la ratificó el 9/4/2001 para su entrada en vigor el 1/8/2001. Ya en
el preámbulo dice que se “¡Establece que la protección de las lenguas
regionales o minoritarias históricas de Europa que en algún caso corren el
riesgo de desaparecer, contribuye al mantenimiento y al desarrollo de las
tradiciones y la riqueza culturales del continente. Además, la posibilidad de
utilizar estas lenguas tanto en la vida privada como en la pública constituye
un derecho imprescriptible.”
Con que o bien han firmado con tinta invisible o
para ustedes es papel mojado. Yo creo que no, que por algo lo habrán hecho. No
quisiera pensar que fue solo para quedar bien con algunas comunidades. Así que
respétenla en todas.
Lo único que necesita
Asturias es que los políticos de todo signo cojan el toro por los cuernos y
sean capaces, por una vez, de defender los derechos lingüísticos de los
asturianos, sean cuantos sean, de la misma forma que se aplican en legislar
para otros temas que tampoco tienen una base social mayoritaria en las
encuestas pero que, aunque sean minorías, deben ser protegidos sus derechos. Y
para defender el derecho de una Asturias con lengua propia, como nadie niega en
ningún ámbito, a no ser los cerriles y buscaguerras lingüísticas, nada mejor
que oficializarla y dejarse de pamplinas.
A partir de esta decisión, modificar esa famosa
Ley de Uso y Protección y a ¡CUMPLIRLA!
En Asturias no hay ni
habrá conflicto lingüístico de ninguna clase por el hecho de dotarla del status
jurídico que tienen otras en España. Y lo saben, así que no nos comparen con
nadie ni nos atemoricen con posibles problemas extralingüísticos. No se tiren
al monte con los nacionalismos y con los radicalismos, porque saben que es de
una zafiedad absoluta ampararse en esos conceptos para negar nuestra realidad.
No sean ustedes
cabezones. No pasen a la Historia como los responsables de la desaparición de
una lengua con una historia detrás que dignifica a nuestro pueblo, a Asturies. Por una vez, abran los ojos, limpien la cera de los intolerantes de sus oídos, aspiren todos los aromas que desprenden las palabras asturianas, usen el tacto para acariciarlas y saboreen con satisfacción la dulzura de las cosas bien hechas.
No cuesta tanto.
Hacía tiempo que no escribía sobre el tema, pero es que si se pierde
nuestra lengua, se pierde la vida de mis antepasados, se pierde mi historia, se
pierde Asturies y, si se pierden cosas así, ¿qué nos queda?, ¿quiénes somos?:
corderinos llevados al matadero con la cabeza gacha, sumisos ante el hacha del
verdugo lingüístico. Y lo peor, sin futuro. Porque un país sin pasado, no puede
caminar nunca hacia delante. Está parapléjico, varado y sujeto al vaivén de las
olas, es una sombra titubeante e insegura que se mueve al son del sol que más
calienta, sin personalidad, sin un atisbo de confianza en sí mismo, que se
arrastra agonizante buscando un futuro al que nunca llegará, condenado a la
desaparición y el olvido más absoluto.
Y Asturies no lo merece.
Bueno, vale ya. es que hay temas que me queman la sangre.
Que tengan un buen día y
disfruten del invierno.
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